Historia del Cooperativismo en Nicaragua
Para hablar de Cooperativismo en Nicaragua, hay que remitirse a la historia de su legislación, referente a las primeras disposiciones y al desarrollo teórico y legal de estas, pues es dentro de este marco que se dan los primeros intentos de cooperativas en el país.
La promulgación del código de Comercio de 1914, muy tímidamente hace alusión a sociedades cooperativas, pero esto no se ajustaba a la realidad económica de la Nicaragua de la época y por desvirtuar la concepción cooperativa del no lucro, no podía considerarse como regulador del movimiento cooperativo. El capítulo VII de este código está dedicado a las sociedades cooperativas (del artículo 300 al 322) al referirse al capital variable y al número ilimitado de los asociados, que convierte a las sociedades cooperativas en sociedades mercantiles al señalar como uno de los objetivos de las cooperativas, la participación de utilidades entre capitalistas y operarios.
Posterior a la promulgación del Código de Comercio se dan algunos intentos de formar cooperativas bajo expresiones asistencialistas de ayuda mutua con el propósito de enfrentar situaciones de pobreza a partir de la creación de un fondo social. Esto se conoce como mutualismo, pero no tuvo gran arrastre y desapareció la iniciativa rápidamente.
Fue hasta los años treinta, que se dan verdaderos intentos de un cooperativismo más consolidado. A partir de aquí tenemos algunas referencias más sólidas del movimiento cooperativo:
Años Treinta:
Cooperativas formadas por Augusto C. Sandino
Los intentos de cooperativismo de Sandino surgieron a la luz de la firma de convenio de paz en febrero de 1933, con el gobierno de Juan Bautista Sacasa, donde se establecía que todos los hombres integrantes del ejército de Sandino ocuparan la cuenca del rio Coco o nueva Segovia, con el fin de desarrollar la producción agropecuaria en beneficio de sus familias y para el desarrollo del municipio. Esta primera gran cooperativa es la de Güigüilí en la que se cultivó tabaco, granos básicos, se lavó oro y se aserró madera.
Este intento de cooperativismo fue interrumpido por las patrullas de la guardia Nacional de Somoza García en dos ataques perpetrados el 15 de enero y el 03 de marzo de 1934, fecha en que fue arrasada la cooperativa de Güigüilí y con ello el cooperativismo quedó en el olvido por más de una década.
Años Cuarenta
Cooperativas de consumo
En el marco legal del Código del Trabajo, el gobierno reconoció a las cooperativas como organizaciones legalmente constituidas bajo su amparo y así fueron organizadas cooperativas de consumo, en empresas que aglutinaban a muchos trabajadores, como la portuaria de Corinto y el ferrocarril. En estas cooperativas los trabajadores tuvieron que aportar dinero para su formación, ya que esta era una acción paliativa del gobierno para ayudar a los trabajadores.
Este fue un modelo de ayuda mutua asistencialista sin carácter empresarial. Cuando se terminó el apoyo del gobierno, desaparecieron.
Años Sesenta
Cooperativas de ahorro y crédito
En esta época se da un auge del cooperativismo de ahorro y crédito, con el apoyo del organismo estadounidense conocido como alianza para el progreso (AID).
En toda la región centroamericana y del Caribe se dio apoyo para este movimiento de ahorro y crédito. En el año 1965 se crea en Nicaragua la primera federación y administración financiera contable.
Años Setenta
Cooperativas de Comerciantes
Posterior al terremoto de 1972, se da un nuevo auge del cooperativismo, pero esta vez en una forma diferente. Surge el comercio y como ente promotor del cooperativismo se encuentra FUNDE (Fundación Nacional para el Desarrollo) que organiza cooperativas de comerciantes en los mercados.
En estos intentos se desarrollaron mecanismos de integración al operar estas con directivas donde las reuniones eran presididas por presidentes y gerentes.
Como respuesta del gobierno de Somoza a las demandas de los trabajadores y por presión del movimiento obrero se decreta el primer marco verdaderamente regulatorio del cooperativismo: la ley de cooperativas de 1971 que en las disposiciones generales en el arto. 1 dice lo siguiente: “la presente ley establece el conjunto de normas jurídicas que regulan la constitución, organización y funcionamiento de las cooperativas, así como su disolución y liquidación”.
Años Ochenta
Cooperativismo agrario
El cooperativismo de estos años fue de carácter agrario y formó parte de una estrategia del gobierno revolucionario que asumió un rol protagónico, canalizado el proceso de reforma agraria en formas cooperativas.
Este movimiento cooperativo tuvo acceso al financiamiento bancario a la capacitación y la asistencia técnica pero no se les exigió nada a cambio de manera que las cooperativas no contaban con capital propio. Nunca recibieron aportaciones.
En esta etapa se dio un gran crecimiento social del cooperativismo y se crearon las condiciones para el despegue de un pujante movimiento cooperativo, pero fue truncado con el cambio de gobierno en 1990.
Años Noventa
El Cooperativismo y la globalización
Los años noventa significaron para el cooperativismo nicaragüense y regional, un periodo de cambios radicales ante el nuevo orden económico internacional y de los procesos de globalización y apertura comercial, lo que creó incertidumbre en el movimiento. En Nicaragua, sumada a esta fase de cambios, se da una etapa de transición de un gobierno revolucionario a un gobierno que truncó con sus políticas neoliberales las acciones de un movimiento cooperativo agropecuario en boga. Estos cambios acelerados, obligaron al cooperativismo a buscar mecanismos concretos para su sobrevivencia. En esta búsqueda se fundó la Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias y Agroindustriales, R.L (FENACOOP, R.L) y se promulgó la ley 84 de cooperativas agropecuarias y agroindustriales para proteger al movimiento cooperativo agropecuario, que quedó indefenso frente a estas políticas. Bajo este nuevo escenario se organizaron cooperativas conformadas por desmovilizados de la guerra, tanto del ejército como de la excontra y nace aquí un fuerte movimiento ligado al sector del transporte en las ciudades. Estas nuevas formas cooperativas tuvieron una carencia de identidad cooperativa: valores, principios y una falta de desarrollo gerencial.
Siglo Veintiuno
El cooperativismo de cara al siglo XXI
Si la década de los noventa, se caracterizó por cambios rápidos en el entorno que obligó a las cooperativas a modificar notablemente sus estructuras y sus ideas, el advenimiento del siglo XXI obliga al movimiento cooperativo a poner énfasis en el desarrollo empresarial cooperativo, con estrategias humanitarias, basándose en los principios y valores que lo sustentan.
El cooperativismo agropecuario que es el sector más representativo de acuerdo al inventario cooperativo de la Dirección General de Cooperativas (DIGECOOP), había 4,124 cooperativas agropecuarias al 2005 y se ha ido reduciendo el valor de la intermediación en la producción, procesamiento, comercialización y exportación de los productos.
Las cooperativas de ahorro y crédito se han fortalecido. Otras formas cooperativas funcionando y en desarrollo son cooperativas de viviendas, transporte y de otros tipos que están trabajando mejor que nunca en la historia del cooperativismo en nuestro país. Estas, siguiendo la filosofía del modelo de cooperativo, están trabajando para reforzar una identidad cooperativa individual y de movimiento, con una visión empresarial de desarrollo y sostenibilidad.
En Nicaragua, el cooperativismo hoy por hoy, lucha por tener empresas cooperativas autogestionarias y autosuficientes y de esta manera contribuir a la transformación social y productiva, a través de la promoción y defensa de valores, derechos, actitudes y conductas que faciliten los procesos de formación de conciencia ciudadana, participación y a la vez aporten a la educación y transferencia de tecnología para los productores del campo nacional. Ser autosostenibles en beneficio de miles de familias nicaragüenses.
Historia del Cooperativismo
El origen de los movimientos cooperativos data en el año 1884 y surgen a partir de la llamada Revolución Industrial cuando el orden mundial económico supone cambios para las sociedades productivas. Bajo este contexto el sector textil sufre cambios que llevan consigo la organización de los trabajadores que de una manera u otra los obligan a proteger sus derechos. Este proceso que se lleva a cabo en plena revolución industrial tiene sus antecedentes históricos en las ideas y la práctica de la Cooperación aplicadas a la solución de problemas económicos en las primeras etapas de la civilización.
Muy pronto los hombres se dan cuenta de la necesidad de unirse, con el fin de obtener los bienes y servicios indispensables. El Cooperativismo ataca uno de los conceptos en que se asientan las políticas individualistas, ya que trata de sustituir el incentivo de lucro individual por el concepto del servicio colectivo, sin que esto impida la adopción del cooperativismo en programas socialistas.
El Cooperativismo enseña a sumar esfuerzos en favor de beneficios comunes. Dentro del movimiento cooperativo mundial se destaca el nombre de Robert Owen, a quien se considera como precursor del cooperativismo contemporáneo. Owen, propietario de una fábrica textil en Escocia, tuvo la oportunidad de conocer a fondo los problemas que asolaban a los trabajadores. Consciente de todo lo que implicaba la superproducción emprendió una serie de reformas.
La primera medida que adoptó fue la reducción de la jornada laboral, además, prohibió que se emplearan en sus fábricas, niños de menos de 10 años. Estos cambios, sin embargo, no fueron aceptados por el resto de los empresarios, por lo que se trasladó a Estados Unidos para impulsar allí su proyecto. La Revolución Industrial, es una referencia histórica imprescindible ocurrida en Europa, (Inglaterra), en el periodo que va desde 1750 a 1850, por los cambios ocurridos en la sociedad. Esta no fue solamente una revolución política, sino también tecnológica, influenciada por la utilización de algunos descubrimientos en la maquinaria, la lanzadera y la hiladora, descubrimientos que transforman la industria textil y la vida en Inglaterra.
La consecuencia de esta revolución industrial transformó a la sociedad, separándola en dos clases sociales: la burguesía (dueños de las fábricas y los grandes comerciantes) y el proletariado (los obreros). Los descubrimientos ocurridos produjeron un gran desempleo, ya que los obreros fueron sustituidos por las máquinas. Esta situación generó un gran caos, en la clase trabajadora, que empezó una búsqueda de instrumentos legales que les favorecieran. Bajo este escenario, los obreros pensaron que uniendo sus esfuerzos podrían convertirse en sus propios proveedores, organizándose de esa manera en cooperativas de producción y de consumo, que hoy se denominan trabajo asociado. De esta forma se dieron origen las primeras cooperativas que se formaron, la de obreros textiles de Rochdale (Inglaterra), creada el 21 de Octubre de 1844. 28 obreros ingleses (27 hombres y 1 mujer) abrieron la primera cooperativa que tuvo éxito definido en la historia del cooperativismo. Se les llamó "La Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale " los cuales heredaron un conjunto de normas conocidas como "Los Principios Cooperativos de Rochdale", que sirvieron de base al actual sistema cooperativo mundial. A partir de estos, las nuevas formas de cooperación aparecían casi simultáneamente en el campo económico y social, en todos los países de Europa Central y Oriental.
Las ideas y prácticas cooperativas se extendieron rápidamente, llegando a América del Norte durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. Es importante destacar que las cooperativas, desde sus inicios y en su proceso de desarrollo, establecieron diversas formas de integración y fue así como en 1895 se organizó en Europa la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), institución normadora del Cooperativismo Internacional, que en 1937 se encargó de revisar las reglas de los Pioneros de Rochdale y redactarlos hasta llegar a los 7 principios cooperativos que se conocen. ACI es una de las pocas organizaciones internacionales que han sobrevivido a la primera y a la segunda guerra mundial.
Esta proeza fue explicada más tarde por el hecho de que la organización desplegó esfuerzos considerables para concentrarse sobre su objetivo principal: la promoción y la cohesión de las cooperativas, manteniéndose neutral en términos políticos.
El Cooperativismo, a lo largo de su historia, ha sido considerado y definido de múltiples formas: como doctrina política, modo de producción, entre otras, sin embargo, actualmente, a partir de la revisión de su historia, se puede afirmar que el cooperativismo constituye un modelo de organización económico, social, político alternativo, un plan que forma parte importante en la vida socioeconómica de muchos países. Basado en principios, las cooperativas contribuyen a la construcción de sociedades más justas e igualitarias oponiéndose a las políticas individualistas, es decir, enseña a sumar esfuerzos a favor de beneficios comunes.